Anoche iba de camino a mi casa en mi coche. La niebla y la lluvia hacían una visibilidad difícil. Puse la calefacción porque tenía frio y los cristales se empañaban. Puse la radio para hacer el viaje más ameno. Parecía que me había metido en la boca del lobo. Ni una farola en la carretera, sin casas, sin almas… O eso creía yo.
Puse el manos libres para llamar a casa. Iba a avisar de que tardaría algo más por el mal tiempo. Seguía lloviendo y la niebla cada vez más densa. El termómetro del coche marcaba cuatro grados. El antinieblas poco podía hacer ya, porque apenas se veía a un metro de distancia y tuve que parar el coche, con las luces largas, antinieblas y los intermitentes de emergencias para el coche que pudiese venir. Llamé otra vez a casa comunicando mi situación.
– Soy yo. He tenido que parar el coche porque no se ve absolutamente nada. La niebla hace imposible poder seguir. Voy a esperar a ver si se despeja un poco. No… no te preocupes. Si, estoy bien. De verdad… En cinco minutos te vuelvo a llamar para decirte como está la situación, ¿vale?. Venga hasta ahora…
Paró de llover, pero la niebla continuaba densa y yo dentro del coche con todas las luces encendidas pareciendo el letrero luminoso de un burdel. Seguía con mi radio encendida y con la inquietud de estar ahí en medio de la nada en esas condiciones, pero mantenía la esperanza de que despejase un poco. Eran las doce de la noche y nada, yo seguía más intranquila.
Sonó mi teléfono. Llamaban de casa para ver si ya me había puesto en marcha y para ver que tal estaba.
– ¿Cómo estás? ¿Sigues con el coche parado?
– Si, aquí sigo. Ya no hace frio y ya no llueve. Parece increíble pero la niebla está mas densa que antes, es como si quisiese traspasar los cristales del coche. A este paso tendré que pasar aquí la noche.
Mientras hablaba miré a la pantalla del coche donde parca la temperatura de la calle y no marcaba nada. La temperatura había desaparecido y la llamada parecía que se había cortado.
– ¿Me oyes? ¿Estás ahí?
Pero una voz completamente diferente y desconocida me contesto.
– No te preocupes…, vamos a buscarte y te llevaremos a casa… A tu nueva casa…
Tiré el teléfono por el pánico que me había entrado. Rápidamente lo volví a coger poniéndolo en la oreja.
– Marcos ¿eres tú? Creo que empieza a fallar un poco la cobertura y se te ha distorsionado un poco la voz.
– No te preocupes… vamos a buscarte para llevarte a tu nueva casa…
Apagué el teléfono. Y con un gesto muy lento de mi brazo fui dejando poco a poco el móvil en el asiento del copiloto hasta soltarlo. Tenía la respiración entre cortada y no hacia mas que mirar a todo ese seudopaisaje tétrico que me rodeaba. Vi una silueta de entre la niebla que venía hacia el coche. Yo con un gesto de alegría pensé que alguien me había visto y venia a socorrerme. Por fin había llegado ayuda y podría salir de ahí.
La silueta cada vez se acercaba mas y yo ya estaba preparándome para salir del coche. Hasta que se plantó en el mismo morro del coche alguien alto, delgado, con una túnica blanca de gran capucha que le cubría la cabeza. Completamente pálido, labios que prácticamente se podían distinguir en la cara con un finísima línea, muchísimas arrugas y los ojos completamente en blanco.
Quise chillar y no pude, bloqueé las puertas del coche e intenté poner el coche en marcha pero la llave no giraba. No arrancaba el coche. y ese personaje, espectro o lo que fuese, estiró su brazo y dejando a la vista de entre sus enormes mangas una mano prácticamente esquelética de dedos larguísimos y señalándome con el dedo índice. Mi desesperación por intentar arrancar el coche era mayúscula pero ni arrancaba el coche y ya hubo un momento que yo no fui capaz de ponerlo en funcionamiento. El personaje desaparece de enfrente del coche y comencé a respirar tan rápido como me daban los pulmones. El ordenador de a bordo se apagó y dejó de funcionar. La radio daba la sensación de haber perdido la señal y solo emitía ruidos extraños como si estuviese buscando la emisora de nuevo. Miré por todos los cristales del coche a ver si veía al personaje de nuevo pero no lo vi…. Hasta que giré mi cabeza poco a poco y… ¡¡Ahí estaba!! ¡¡Pegado en mi ventanilla!! ¡Tenía su cara al otro lado del cristal!!
Mi chillido y mi taquicardia fue monumental, el coche empezó a temblar y a oírse un horrible sonido metálico. Como si fuese una sierra mecánica. Chirridos y muchos golpes. Las luces del coche parpadeaban y yo no encontraba mi móvil para llamar a la policía y pedir socorro. El seguía pegado en mi ventanilla y yo me fui como pude al asiento del copiloto encogida y mirando a ver si encontraba el móvil y llamar a la policía.
El personaje no se cómo pero estando al otro lado del cristal habló y le oía como si estuviese dentro del propio coche.
– Tienes que salir del coche. Este ya no es tu sitio. Tienes que venir conmigo. A tu verdadera casa. Vamos sal ya…
– ¡¡Déjame en paaazz!! ¡¡Voy a llamar a la policía!! ¡Sera mejor que te marches y me dejes en paz!
El personaje desapareció pero los chirridos y golpes no… Los ruidos insoportables metálicos continuaban y cada vez mas fuertes. Las luces seguían parpadeando y una de ellas se fundió. El ordenador de abordo ya no funcionaba. La niebla incesante seguía ahí, rodeando el coche. El coche no arrancaba… seguí buscando el móvil para poder llamar a la policía y en un gesto que hice para mirar por el retrovisor… ¡¡Lo tenía detrás de miii!! ¡¡Estaba dentro del coche!!
Di otro enorme chillido y salí corriendo del coche. De pronto… la niebla se empieza a disipar enfrente de mí… Cada vez se veía todo mucho mas claro y mas nítido. Comencé a ver muchísimas luces de repente, naranjas, azules…. y muchísima gente alrededor de mi coche… unos hombres con unos cascos puestos, intentando cortar el techo y la puerta de mi coche…
El personaje apareció a mi lado. Me relaje y le miré.
– Tenías razón. Este ya no es mi sitio. Vamos a mi nueva casa…
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